Está estructurada en dos partes, A y B, que se repiten. Los compositores escriben sus obras musicales en partes que bien se repiten (AA) o que se contraponen (AB).
En el año 1749 el rey Jorge II, para el que trabajaba en aquel momento Handel, le encargó la composición de una obra para acompañar un espectáculo de fuegos artificiales. Estos fuegos tenían como fin celebrar la firma de un acuerdo entre Inglaterra, Francia y Holanda que iba a traer la paz por fin a Europa después de todos los problemas generados por la guerra de sucesión española.
En la composición deberían incluirse instrumentos que en la época se llamaban "guerreros", es decir, instrumentos de viento y percusión. Handel le pidió al rey a cambio incorporar también instrumentos de cuerda, que podrían un contrapunto al sonido generado por aquellos, creando así un sonido espectacular y brillante al tiempo.
En su día esta obra se interpretó al aire libre con una orquesta formada por 24 oboes (hoy en día se emplean 3), 12 fagotes (hoy 2), 9 trompas (en la actualidad 3), 9 trompetas (hoy se emplean solamente 3), percusión y cuerda.
Debido a la gran fama del compositor, el día en que se realizó el ensayo general, más de doce mil personas que acudieron a verlo formaron uno de los mayores atascos de carruajes que se recuerdan en la época, llegando a permanecer atascados sobre el puente de Londres más de tres horas.
Lo cierto es que al final todo salió mal: ese día llovió y los fuegos estaban mal ajustados, por lo que la construcción de madera sobre la que estaban situados los músicos acabó incendiándose provocando graves daños.
En este vídeo de los famosos conciertos Proms londinenses puedes escuchar la obra completa.
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